A pesar de su carácter
simbólico, la participación en el “proceso participativo” o “consulta
alternativa” del 9 de Noviembre en Catalunya ha sido otra gran expresión del
deseo mayoritario del pueblo por decidir sobre su futuro político
democráticamente. También muestra el estado de ánimo que existe en la sociedad
catalana, marcado por una gran determinación y disposición a movilizarse a
pesar de las amenazas anti-democráticas del PP.
El si-si fue la opción elegida por unos 1.800.000 de personas. El hecho de que hubiera 500.000 personas que escogieron otras opciones es una clara muestra de que la movilización va más allá de ser algo simplemente independentista.
El si-si fue la opción elegida por unos 1.800.000 de personas. El hecho de que hubiera 500.000 personas que escogieron otras opciones es una clara muestra de que la movilización va más allá de ser algo simplemente independentista.
La consulta, incluso con
las limitaciones con la que fue convocada, marca un antes y un después en el
proceso de movilización nacional que vive Catalunya. A pesar de que Artur Mas
se ha presentado como el gran triunfador de la jornada es evidente que lo único
que ha conseguido es agotar sus últimas opciones de seguir liderando el
proceso.
Su desobediencia parcial
ante la segunda suspensión del TC demuestra dos cosas: Primero, que bajo la
presión de las masas movilizadas, incluso los líderes burgueses menos flexibles
se ven obligados a ir más allá de lo realmente previsto. Segundo, que si Artur
Más hubiera tenido una verdadera intención de confrontación con el Gobierno de
Rajoy hubiera podido sin problemas desobedecer a la primera suspensión del TC,
convocando la consulta como estaba inicialmente prevista, con el apoyo
mayoritario del parlament y con una grandísima proporción de la población
dispuesta a desobedecer. A nadie se le escapa, que si la consulta hubiera sido
convocada formalmente, la participación hubiera sido masiva y el actual estado
de derecho no hubiera podido hacer nada por detenerla. Como hemos repetido en
diferentes ocasiones desde las páginas de la Brecha, CIU no tiene ninguna intención de llevar
el enfrentamiento con el gobierno Rajoy hasta las últimas consecuencias y en
todo momento buscará alargar y relentizar los procesos hasta llevarlos a una
vía muerta.
Lo que suceda a partir de
ahora es realmente incierto ya que los sectores que actualmente están al frente
de la toma de decisiones no tienen margen de maniobra ni en Madrid ni en
Barcelona. Rajoy no puede ceder a las presiones internas de su partido, y de
gran parte de los poderes fácticos del estado y no va a dar ningún paso que
permita un verdadero referéndum de autodeterminación. Al mismo tiempo, Artur
Mas también es preso de la situación, encerrado entre el inmovilismo de Madrid
y la presión de la calle. En cierta forma, a ambos les interesa seguir
manteniendo el enfrentamiento siempre que discurra dentro de unos límites
razonables de conflictividad. Esto demuestra que, mientras el liderazgo siga en
manos de las burguesías, el conflicto no va tener solución, básicamente porque
está no existe dentro de los actuales márgenes del régimen del 78. El problema
para ellos, es que va a ser imposible mantener el conflicto dentro de esos
límites razonables, lo cuál ofrece una verdadera oportunidad para la izquierda
transformadora de cambiar la situación y situarse al frente de los procesos.
Si queremos plantar cara a la legalidad española y
luchar hasta conseguir el derecho a decidir, sólo nos podemos basar en nuestra
propia fuerza: la de la clase trabajadora, la del 99%, movilizada y organizada.
Las organizaciones obreras, movimientos sociales, CUP, EUiA, ICV, Podemos y
sindicatos deberían formar un frente para convocar una campaña de
movilizaciones - callejeras y huelguísticas – que vaya más allá de
declaraciones, manifestaciones o consultas de carácter simbólico.
Ante la posibilidad de la convocatoria en breve de
unas elecciones autonómicas de carácter plebisicitario, la idea de un frente
electoral "nacional" con partidos de recortes y austeridad debe ser
descartada de inmediato por las organizaciones de izquierdas. Lo que hace falta
es un frente del 99%, armado con una alternativa política y un plan para luchar
por ella. En esta lucha, el aliado clave del pueblo trabajador catalán no puede
ser su propia burguesía, sino el pueblo trabajador del resto del estado, en
lucha por una solución internacionalista y socialista a la miseria actual.
¡Por una confederación libre y voluntaria de los
pueblos del estado español y de la
Península ibérica, como parte de una confederación socialista
de Europa!